La imagen muestra un poema del poeta salvadoreño Tomás Andreu:
¿Muerto? ¡Nunca!
Yo nunca seré un muerto:
alimentaré gusanos que serán mariposas,
vendrá la lluvia y hará florecer de mis huesos
un generoso jardín para las hormigas.
Yo nunca seré un muerto:
nutriré los árboles y seré nido y pan para aves,
y el viento me hará pernoctar de hoja en hoja:
seré clorofila, savia, polen.
Yo nunca seré un muerto:
el sol dorará mi piel
y los cuerpos celestes reverberarán en mí
y en su luz me conjugarán.
Yo nunca será un muerto,
porque de mis residuos,
de mis sedimentos,
habrán nacido otros como yo.